La ansiedad es un sentimiento de miedo, negatividad y preocupación que nos proyecta a un futuro incierto.
La ansiedad es un sentimiento de miedo, negatividad y preocupación que nos proyecta a un futuro incierto.

Si el diálogo interno de nuestra mente es de tales características, la ansiedad va a ser cada vez mayor, porque encarna una respuesta automática que se produce en nuestro cerebro ante el reconocimiento de un peligro inminente, sea real o no. Así como alguna vez aprendimos a responder con ansiedad, también podemos aprender a responder de una manera más equilibrada y relajada, mejorando nuestra calidad de vida.

Si la ansiedad te agobia, comenzá hoy mismo a efectuar cambios. ¿Cómo? Una técnica que a mí verdaderamente me ayuda es hacer todo en “cámara lenta”: Hablar dulce y suavemente, notar el flujo de los pensamientos, desacelerar el diálogo interno, comer despacio.

La mente se calma, el cuerpo se tranquiliza, las emociones se equilibran, y comenzamos a ampliar la perspectiva. Al margen de la mencionada técnica, caminar o realizar alguna otra actividad física diaria también te permitirá calmar la ansiedad. Una hora de marcha normal puede servir para relajarte y liberar el estrés que fuiste acumulando y, al mismo tiempo, para prevenir enfermedades y dolencias innecesarias. Si mientras desarrollás la actividad elegida podés ponerle atención al presente, lograrás transformarla en una meditación activa:

La ansiedad desaparece cuando hacés lo que te gusta, disfrutando del proceso y sin comprometerte con los resultados. Si te concentrás sólo en los objetivos, tu actitud te generará, justamente, ansiedad. Sacate los miedos, quitate de encima los mecanismos de acción repetitivos. El mayor obstáculo para conectarte con tu verdadera naturaleza, con tu parte más sublime, es la identificación que parte de tu mente, la que hace que tu pensamiento se vuelva compulsivo.

Ser incapaz de dejar de pensar en lo que nos produce estrés y ansiedad suele derivar en una adicción dañina. ¿Por qué no lo notamos? Porque estamos adormecidos en un ruido mental incesante que nos impide encontrar el reino de quietud interior inseparable de nuestra verdadera esencia, y porque nos creamos en la cabeza un falso “yo” basado en el miedo, que lanza bombas de incertidumbre y sufrimiento. La mente es un instrumento fantástico si la usamos correctamente.