La contaminación por mercurio supone un riesgo para la salud humana que cada vez afecta más a los países en desarrollo.
La contaminación por mercurio supone un riesgo para la salud humana que cada vez afecta más a los países en desarrollo.

En especial a los niños y las mujeres en edad fértil, embarazadas o en periodo de lactancia. Se acumula en el cerebro y los riñones, provocando a largo plazo enfermedades neurológicas. Un equipo de la Universidad de Burgos ha descubierto una forma eficaz y sencilla de detectar la presencia de este metal nocivo. Publicado en la revista Analytical Methods, el estudio afirma haber desarrollado una lámina que, introducida en el agua durante 5 minutos, torna color rojo si detecta presencia de mercurio.

 “Los cambios se aprecian a simple vista, y cualquier persona, sin conocimientos previos, puede saber si un recurso hídrico está contaminado con mercurio por encima de unos límites determinados”, señala el profesor José MiguelGarcía, uno de los responsables de la investigación. Pero no se ciñen al mundo analógico. Afirman que se puede conseguir un resultado similar con la cámara de fotos de un móvil o una tableta. Si se fotografía la lámina y se trata con un software específico - ellos mismos utilizan el programa GIMP, de acceso abierto - se pueden observar las coordenadas de color y detectar qué cantidad de mercurio hay en el agua.

 Exposición humana al mercurio El mercurio tiene un compuesto orgánico fluorescente, la rodamina, que actúa como sensor. La lámina que introducen los investigadores en el agua consigue que interactúe con el mercurio y se manifieste, lo que permite detectar con facilidad la presencia de mercurio. “La rodamina es insoluble en agua –comenta el profesor García–, pero la anclamos químicamente a una estructura polimérica hidrofílica, de tal forma que cuando se introduce en el agua, se hincha y las moléculas sensoras se ven forzadas a permanecer en el medio acuoso e interactuar con el mercurio”.

 La combustión de carbón para generar electricidad y la extracción de oro a pequeña escala contribuyen a la contaminación y el aumento de emisiones en los países de desarrollo. En muchas ocasiones estas emisiones se liberan a ríos y lagos de todo el mundo, lo que contamina peces que se consumen a gran escala y aumenta la exposición humana a este metal tóxico.

 El pasado enero más de 140 países aprobaron en Ginebra (Suiza) la puesta en marcha de la Convención de Minamata, una nueva normativa internacional vinculante bautizada con el nombre de la ciudad japonesa donde murieron cientos de personas en los años 50 intoxicadas con mercurio.